Desde 1990, cuando se realizó la Primera Marcha Indígena por el Territorio y la Dignidad, se han desarrollado una serie de marchas de los pueblos indígenas de tierras bajas, como una forma de expresión y demanda por la defensa de las tierras y territorios comunitarios de origen, el ejercicio de los derechos colectivos de los pueblos indígenas y la demanda de cambios estructurales en Bolivia como fue la demanda de una Asamblea Constituyente.
Últimamente el significado histórico de las marchas indígenas se fue distorsionando por intereses políticos, económicos y personales, tergiversando su verdadero significado profundo histórico para los pueblos indígenas, por lo que resulta necesarios recuperar su memoria y reafirmar su verdadero significado y valor en la lucha de los pueblos indígenas y de toda Bolivia.